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Parade: un clásico en la previa de Indy 500

05 de septiembre de 2021 | Compartir en

FOTO ARCHIVO VHF. Las Harley Davidson abren la Parade del sábado en la ciudad de Indianápolis.

Promocionada como la fiesta popular del fin de semana de la Indy 500, convoca anualmente, desde el mediodía, a unas trescientas mil personas en el centro de Indianápolis, la capital del Estado de Indiana.
Parade, su nombre en inglés con su equivalente de desfile en español, es la cita obligada para los residentes, pero también para los visitantes. Todos, atraídos por una celebración fantástica, que se desarrolla a ritmo de vértigo.
La impaciencia por el comienzo se rompe cuando las Harley Davidson aceleran al mando de los efectivos de la policía motorizada, formando con una llamativa precisión, el nombre que identifica a la carrera: 500 Indianápolis.
Cada motocicleta luce un número o una letra para formar esa leyenda, que tanto enorgullece a los indianapolitanos, quienes desde mucho antes del inicio de la Parade ocupan las distintas comodidades.
Se pueden adquirir previamente esos lugares a precios, que parten desde los 10 dólares, el costo de las tribunas, hasta 40 las plateas. Una oferta tentadora para seguir desde un buen lugar un espectáculo único, de aproximadamente dos horas de duración.
Tras el paso frenético de las motocicletas más representativas de aquel país, el desfile ofrecería una fantástica muestra de colorido, aportado por las carrozas, los inmensos flotadores suspendidos con gas helio y las bandas universitarias.
La música interpretada por los grupos que acompañan a las damas que danzan a su ritmo, le ofrecen también un atractivo particular al festejo, que sorprende a cada instante.
El respeto de los asistentes por los integrantes fuerzas armadas es conmovedor y se refleja cuando la gente se incorpora desde los lugares que ocupan para saludarlos, quitándose la gorra -un elemento que es indispensable por el sol abrasador a esa altura de la jornada- y llevándose la mano al corazón. Emociona esa actitud, que se renueva con total naturalidad ante el paso de cada uniformado.
Quedaba flotando la sensación que ya nada podría llegar a superar las expectativas del público, que mantenía bien alto su interés y admiración por lo que estaba observando. Pero, en la segunda mitad, los protagonistas serían nada menos que los pilotos que tomarían parte al día siguiente en la carrera más famosa del mundo. Globos inmensos con los números indicando de la fila que ocuparían en la grilla, precederían a los autos descubiertos, compartidos por cada uno de los participantes que se aseguraron sus lugares entre los 33.
En hileras de tres y en forma descendente, todos saludan a la multitud que los aclama. Desde la fila 11, bajando sucesivamente hasta la primera, avanzan a paso lento, como para recibir el cariño de los fanáticos a lo largo de un recorrido por el corazón de Indianápolis, que tiene como epicentro al imponente Monumento del Círculo, que rinde homenaje a los soldados y marinos caídos en batalla.
En el último tramo, el segundo y tercero en la instancia preliminar, anticipan la esperada presencia del autor de la pole, que desfila en soledad, respondiendo a esa ubicación de privilegio que supo ganarse el domingo anterior en el mítico Indianápolis Motor Speedway.
Vehículos de asistencia médica y de seguridad; preceden a los autos de competición en escala, antes de bajarle el telón a un mediodía imperdible, como para ir calentando motores en la previa de la gran carrera.