WEB IMS. Vista exterior del Museo del Indianápolis Motor Speedway en la bien llamada Capital Mundial de la Velocidad.
Por Víctor Hugo Fux
Recorrer el Museo del Indianápolis Motor Speedway se presenta como una cita obligada con la historia del escenario automovilístico más famoso del planeta.
Este periodista ya había tenido oportunidad de visitar ese verdadero templo del deporte motor en las dos temporadas anteriores, en coincidencia, obviamente, con la disputa de las legendarias 500 Millas de Indianápolis.
La escenografía fue cambiando sustancialmente durante ese tiempo. En 2010, se exhibieron automóviles y motocicletas de distintas épocas y categorías, como así también trofeos y material fotográfico que reflejaban el historial de la mítica carrera estadounidense.
En 2011, las máquinas ganadoras de las tradicionales Indy 500 coparon el espacio del también denominado Hall de la Fama, por conmemorarse en esa fecha el centenario de la primera edición de la prueba, que sólo tuvo un par de interrupciones, a raíz de las dos Guerras Mundiales.
WEB IMS. Réplica del Marmon Wasp que triunfó en la primera edición de la Indy 500 en el año 1911.
Este año, se pudo observar una nueva variante en la ordenada distribución de las piezas de colección que se expusieron en un lugar al que se puede ingresar abonando la módica suma de cinco dólares. Al trasponer el acceso principal, el visitante se encuentra con un panorama cautivante.
La historia misma del automovilismo norteamericano se refleja en una interminable sucesión de espacios ocupados por vehículos de competición que en esta oportunidad tuvieron como estandartes a los vencedores de las 500 Millas en su primera (1911) y última edición (2011), que llevaron a la victoria Ray Harroun y el malogrado Dan Wheldon.
Quienes habitamos esta comunidad y tuvimos la fortuna de asistir hace más de cuatro décadas a las 300 Indy en el autódromo rafaelino, sentimos que la nostalgia nos golpea con fuerza cuando nos detenemos frente al Colt Ford que utilizó Al Unser Sr. para ganar en esta ciudad el 28 de febrero de 1971. El mismo diseño y el número 1 que identificó durante varios años al campeonísimo de Albuquerque, nos traslada imaginariamente hacia ese acontecimiento irrepetible.
Uno de los más admirados, por sus líneas estilizadas y el tradicional verde inglés que identificaba a los monopostos creados por Colin Chapman, uno de los más reconocidos diseñadores en la historia de la Fórmula 1, es el Lotus Ford que por primera vez en muchísimos años interrumpió la hegemonía de los pilotos estadounidenses al mando del escocés Jim Clark.
WEB IMS. En primer plano el Colt Ford turbo de Al Unser ganador en las 300 Indy corrida en Rafaela.
Motocicletas de todas las marcas y cilindradas imaginables. Automóviles que se pasearon a ritmo ganador por los templos de la velocidad de todo el mundo, también se sumaron a una muestra estática que despierta los sentimientos a cada paso. No podía faltar, entre esas auténticas joyas, el Mercedes Benz que escribió páginas doradas en la historia de la Fórmula 1, guiado con excepcional maestría por el argentino Juan Manuel Fangio.
Mientras uno recorre ese recinto, puede cruzarse con alguna personalidad. Es normal que eso ocurra. El año pasado, una buena cantidad de pilotos que habían triunfado en esta prueba centenaria, participaron de una sesión de autógrafos. En esta ocasión, algunos de esos protagonistas también visitaron el Museo del Indianápolis Motor Speedway.
Este periodista, tuvo un encuentro circunstancial, breve por cierto, con Rubens Barrichello, el piloto brasileño que estableció un récord absoluto de participaciones en la Fórmula 1, al disputar nada menos que 323 Grandes Premios entre 1993 y 2011, con once victorias, 68 podios y 600 puntos sumados con las escuderías Ferrari, Honda, Brawn GP y Williams.
"Rubinho", que se alejó de la máxima categoría al finalizar la temporada anterior, se incorporó a la IndyCar con un auto del KV Racing Technology, el mismo al que no pudo subirse por falta de presupuesto Esteban Guerrieri. El paulista, haciendo valer su experiencia, fue el mejor debutante en las 500 Millas de Indianápolis, un espectáculo fantástico que volvió a convocar a una multitud cercana a las cuatrocientos mil almas en la Capital Mundial de la Velocidad.
Nota publicada el 12 de junio de 2012 en el Diario La Opinión de Rafaela.