editorial

Los autos que revolucionaron al TC

30 de enero de 2022 | Compartir en

FOTO ARCHIVO. El Chevitú revolucionó al Turismo Carretera en el año 1964 con la experta conducción de Jorge Cupeiro.

El desembarco de Toyota con su modelo Camry en el Turismo Carretera, generó  opiniones de toda índole. Como suele ocurrir en estas situaciones, muchas son apresuradas y en ese sentido la legión de los detractores supera con holgura a quienes avalan la llegada de la quinta marca justificando esa postura, claramente, en la necesidad de seguir avanzando tecnológicamente en una categoría que hace muchísimo tiempo ya perdió su esencia.

Las legendarias cupecitas, que marcaron una prolongada tendencia desde la creación del TC, en la década del treinta, hasta mediados de los sesenta, se vieron desplazadas por un inevitable progreso, que generó no poca resistencia entre sus defensores durante algún tiempo.

El primer golpe duro para los cultores de aquellas nobles máquinas que lograban superar cualquier tipo de dificultades en carreras maratónicas que transitaban generalmente por caminos polvorientos y traicioneros, se produjo en el año 1964, cuando el Chevitú de José Froilán González, conducido por Jorge Cupeiro, le empezó a firmar el acta de defunción a los autos que escribieron la historia grande del TC.

En alguna oportunidad, el recordado “Gallego”, uno de los pilotos más completos en el rico historial de nuestro automovilismo -tres veces ganador de las “500 Millas Argentinas”- y que se adaptaba sin ningún inconveniente a los autos con techos y a los monopostos, recordó que “cuando apareció el Chevitú, en varias carreras nos llegaron a tirar con piedras”.

FOTO ARCHIVO. Torino debutó con un triunfo en la Vuelta de San Pedro en manos de Héctor Luis Gradassi.

Después, fue el turno del “gran auto argentino”, como se lo identificó en su lanzamiento al Torino, salido de la mente creadora de Oreste Berta y de las entrañas de la planta cordobesa de Santa Isabel, para que Eduardo Copello, Héctor Gradassi y Jorge Ternengo -a quienes el ingenio popular bautizó como la CGT por las iniciales de sus apellidos- empiecen a jubilar definitivamente a las cupecitas en 1967.

Ford intentó darle batalla con el Mustang de Oscar Cabalén primero y con los prototipos después, pero no fue hasta el año siguiente, cuando el Trueno Naranja con Carlos Pairetti al volante, marcó otro punto de inflexión en la historia de la categoría más añeja del planeta.

Nadie pudo tomar al toro por las astas, no por falta de capacidad, sino porque los intereses no se lo hubiesen permitido. Nació el Sport Prototipo, con autos de un diseño de avanzada, pero de una duración efímera, porque el Turismo Carretera mantuvo siempre arriba su popularidad, incluso cuando se vio amenazada, en los años 60 y 70 por la Mecánica Argentina Fórmula 1, con monopostos de una concepción excepcional, pero que nunca tuvieron la necesaria bendición de los porteños.

FOTO ARCHIVO. Uno de los autos más populares del TC fue el Trueno Naranja campeón en el año 1968.

Llegaron los Falcon y las Chevys, se sumaron las Dodge y mantuvieron su vigencia los Torino, para que los cambios le sigan otorgándo el lugar de privilegio que sigue conservando hasta nuestros días al TC, que como bien lo definió Eduardo González Rouco, en una entrevista que le realicé hace muchos años, es “ni más, ni menos, que un fenómeno social”.

Inexplicable para algunos. Entendible para la mayoría. Cada uno hace fuerzas por “su” marca, aunque ya no se vean identificados con “su” auto de calle porque se dejaron de fabricar hace prácticamente medio siglo y porque son apenas un bosquejo de aquellos vehículos que inundaron nuestras calles en la década del 60, cuando llegaban muy pocos europeos y menos orientales a los puertos argentinos.

FOTO SCA. El Toyota Corolla realizó su primer test el jueves pasado en el autódromo del Club Atlético.

Hoy, la realidad indica que Toyota, una marca arraigaba en nuestro mercado y de masiva presencia en las categorías más importantes del país, es la que asume el compromiso de sumarse a ese viejo Turismo Carretera del que ya no quedan ni las huellas que marcaron aquellos héroes que recorrieron de punta a punta nuestra Patria y hasta se atrevieron a desafiar al sur del continente hace más de setenta años, en la demandante Buenos Aires - Caracas.

Como le respondí a todos los que preguntaron sobre el desembarco de la terminal japonesa en el TC, lo quiero expresar de igual modo en esta columna: No es prudente gastar a cuenta y realizar pronósticos de los que hasta el más entendido tenga que arrepentirse con el tiempo. Hoy, el archivo te puede condenar sin otorgarte la posibilidad de una legítima defensa. Por ese motivo, simplemente, no por ningún otro, habrá que esperar un tiempo prudencial. El necesario para emitir un juicio de valor con los fundamentos que irán surgiendo a medida que avance una temporada que, al margen de lo que pueda suceder con Toyota, no perderá su atracción, porque ese “fenómeno social” del que hablaba “Cacho”, seguirá teniendo bien alta su vigencia, porque el TC, como el fútbol, también es “pasión de multitudes”, como lo definía José María Muñoz al deporte más popular en este rincón del mundo.

Víctor Hugo Fux (Editor periodístico de Fierros Calientes).