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El cumpleaños 88 de Heriberto Pronello

03 de febrero de 2024 | Compartir en

FOTO ARCHIVO. Heriberto Pronello sobre el Huayra Ford que marcó una huella bien profunda en nuestro deporte motor.

Argentina se destacó a lo largo de su historia automovilística por los excepcionales pilotos que la representaron en el máximo nivel internacional. La simple mención de los nombres de Juan Manuel Fangio (cinco veces campeón mundial de Fórmula 1), José Froilán González y Carlos Alberto Reutemann (ambos subcampeones de la máxima categoría), resume con absoluta certeza una definición que no admite ningún tipo de objeciones.

La lista, seguramente, podría engrosarse con muchísimos nombres de otros grandes protagonistas, que también alcanzaron significativas conquistas deportivas y lograron consagrarse en el exterior, enarbolando nuestra bandera en diferentes podios, a lo largo y a lo ancho de todo el planeta. Quizás, el caso de mayor relevancia, sea el de José María López, porque los títulos logrados por “Pechito” están, sin duda, un escalón más arriba de los que pudieron haber logrado otros compatriotas.

A la hora de rescatar figuras que trascendieron desde otros lugares, nadie puede desconocer la capacidad de nuestros creadores. Artesanales, autodidactas o estudiosos, en definitiva, al margen de la profesión que hubiesen estudiado en cualquier universidad o facultad.

También, en este segmento, la nómina de figuras consulares es interminable. Quién puede negar las trayectorias de Enrique Scalabroni y Sergio Rinland, nada menos que en la Fórmula 1; o la del prestigioso diseñador Alejandro Pagani. Todos, como otros tantos que escapan a un repaso imaginario, son reconocidos internacionalmente por su aporte al automovilismo de vanguardia.

FOTO ARCHIVO. El reconocido diseñador y constructor en un reciente homenaje que le ofreció Ford Argentina.

En nuestro país, elaborar una lista de verdaderos genios como constructores y preparadores, sería asumir un riesgo demasiado importante, del que resultaría casi imposible volver en el supuesto de haber cometido una injusticia, que obviamente, no está en el ánimo de este periodista.

Desde los albores del Turismo Carretera, por hacer referencia a una pasión bien argentina que se mantiene inalterable entre los fanáticos desde la década del 30, se podrían rescatar a infinidad de artesanos, particularmente de la mecánica. Incluso, dentro de esa selecta, pero al mismo tiempo extensa nómina, tendrían un lugar ganado por mérito propio varios hombres que después de exprimir los “fierros” en sus propios talleres, se subían a los autos que preparaban con sus propias manos para conducirlos en las demandantes competencias que se programaban los fines de semana -casi sin interrupciones- en nuestra extensa y no pocas veces traicionera geografía nacional.

Los ejemplos, claramente, abundan. Desde los tiempos de las cupecitas, con los recordados duelos de Ford y Chevrolet, una suerte de Boca y River, nadie quiso regalar ni un solo “caballo”, porque la potencia siempre fue -y lo sigue siendo- determinante, en una actividad que cambió en una cantidad impresionante de aspectos, pero que en el de la velocidad se mantiene inalterable, con excepción de las inversiones, cada vez más cuantiosas. José Miguel Herceg en Ford y Jorge Pedersoli en Chevrolet, con perdón del resto, fueron los más exitosos en ese rubro.

Más cerca en el tiempo, los diseñadores y constructores, pasaron a tener mayor relevancia. Fundamentalmente, a partir del quiebre que se produjo cuando el desembarco del Chevitú primero y de los Torino después, pasaron definitivamente a situación de retiro a los autos que transitaban con una gran personalidad los caminos polvorientos de nuestras rutas entre la segunda mitad de la década del 30 y los primeros años de la década 60.

FOTO ARCHIVO. El Huayra bajo la lluvia durante el Festival de Goodwood realizado el año pasado en Inglaterra.

El progreso reclamaba una mayor creatividad y la aerodinamia, en poco tiempo, se convirtió en una palabra corriente. Oreste Berta, rafaelino de nacimiento y luego radicado en Alta Gracia, fue uno de los abanderados de la nueva generación. Su nombre, obviamente, debe asociarse con el de Heriberto Pronello, un morterense que desarrolló sus conceptos, también en la provincia de Córdoba, pero en su caso en el conglomerado Villa Nueva - Villa María.

Pronello, que este 2 de febrero cumplió 88 años, fue el responsable de darle vida y movimiento a vehículos de competición que siguen habitando por estos días en la memoria de quienes tuvimos el privilegio de verlos en diferentes autódromos, como el de Rafaela, muy caro a los sentimientos de quienes nacimos y nos criamos en esta ciudad.

Y fue precisamente en el óvalo, sin chicanas, como se utilizaba antes de las modificaciones que fueron marcando una sensible reducción en los promedios, que el auto icónico del ingeniero, dejó marcada una huella indeleble en nuestro deporte motor, cuando el Huayra Ford nacido de su tablero -y su imaginación- se adjudicó una victoria memorable -increíblemente la única- en manos del cordobés Carlos Pascualini.

Antes, el bueno de Heriberto, le había dado forma a las Liebre, en sus diversas versiones. También se recuerda el Peugeot 505 que diseñó para que el “Coco” Fortunato pegue un fuerte golpe sobre la mesa, desafiando a las cupés Fuego y Sierra en el TC2000. O el proyecto Dakar, para afrontar la competencia más exigente del planeta.

En el día de su cumpleaños número 88, desde este portal, quiero rendirle un humilde tributo a un auténtico grande, que creó un vehículo que, en manos de la familia Zeziola, fue declarado el “auto favorito” en el último Festival de Goodwood, realizado en los jardines del castillo del Duque de Richmond y Gordon, en Inglaterra., porque el Huayra Ford, a más de medio siglo de su nacimiento, sigue sorprendiendo al mundo entero.

Víctor Hugo Fux (editor periodístico y productor de Fierros Calientes).