protagonistas

Mi primer ídolo: Jorge "Nene" Ternengo

28 de noviembre de 2023 | Compartir en

FOTO ARCHIVO VHF. Acompañando a Jorge Ternengo cuando fue reconocido por el Concejo como Ciudadano Distinguido.

Como rafaelino, el automovilismo empezó a marcarme desde muy pequeño. Recuerdo haber asistido por primera vez a unas “500 Millas Argentinas” en el óvalo -todavía con piso de tierra- del autódromo “Ciudad de Rafaela”, cuando tenía poco más de seis años.

Aquel día de 1959, me trepé a la caja de un viejo camión estacionado en la parte externa de la recta principal, que como improvisada tribuna me permitió seguir las alternativas de la competencia desde un lugar privilegiado.

Eran tiempos de monopostos de motor delantero y mi simpatía por Ramón Requejo era tan evidente que siempre que tenía un papel a mano dibujaba el perfil de su Chevrolet, que identificaba, por si hiciese falta, con el número 1.

FOTO ARCHIVO. El rafaelino con algunas de sus máquinas: el Torino, el Halcón y el recordado Bravi-Tornado.

Mucho tiempo después, tuve el privilegio de entablar una excelente relación con Don Ramón, a quien tuve la oportunidad de conocer personalmente gracias al querido “Bayo” -Miguel Angel Di Tulio- en más de una reunión compartida en el taller de Sarmiento y Güemes.

Visitar los diferentes reductos en los que se trabajaba en los autos de competición en los días previos a la gran carrera era un compromiso ineludible. Lo mismo ocurría a la hora de subirme a una bicicleta para pedalear hasta el circuito, ubicado en el mismo lugar que hoy ocupa, en la prolongación de bulevar Lehmann.

La geografía ciudadana era totalmente distinta. Desde el Castillo de Foti -una referencia obligada que sigue vigente- hacia el norte, la tierra marcaba presencia y recorrer esos cuatro kilómetros era lo más parecido a una aventura, con una buena cuota de atrevimiento para quienes vestíamos pantalones cortos.

FOTO ARCHIVO. Su día de gloria cuando se impuso en las 500 Millas Argentinas disputadas en el año 1969.

Más tarde, el óvalo se pavimentó, a mediados de los sesenta. Pero nunca cambió mi pasión, que se mantiene intacta, por los “fierros”. Los “motores en popa” de la nueva generación, progresivamente fueron ganándole la pulseada a los autos que hasta entonces dominaban con abrumadora superioridad en la Mecánica Argentina Fórmula 1.

Aparecieron pilotos excepcionales, como Jorge Cupeiro, Héctor Gradassi, Carlos Pairetti, Angel Monguzzi -todos ganadores de las “500”- y un rafaelino que se atrevió a desafiarlos. Con antecedentes notables en el motociclismo, justamente en óvalos, un día se subió a un Fórmula 1 de la Peña ARA y desde la primera carrera supo ganarse el respeto de propios y extraños. El triunfo en Villa Carlos Paz fue tan sorprendente como movilizador: el “Nene” comenzaba a despertar admiración en una ciudad que lo adoptó como a un hijo pródigo.

FOTO ARCHIVO. En el curvón norte del autódromo rafaelino el día que le impuso su nombre el Club Atlético.

Después alcanzó proyección nacional cuando Oreste Berta, rafaelino y amigo de infancia, lo convocó para incorporarse al equipo oficial IKA con los Torino que marcaron un quiebre en la historia del Turismo Carretera, naciendo en aquel lejano 1967 la “CGT”, como la bautizó el ingenio popular por las iniciales de los apellidos de sus pilotos: Eduardo Copello, Héctor Gradassi y Jorge Ternengo.

Justamente, ese Jorge Ternengo, al que me refiero en esta reflexión, fue mi primer ídolo. Ese mismo “Nene” que fue protagonista de una de las mayores alegrías de nuestro automovilismo con su victoria en las “500 Millas Argentinas” de 1969, en un año que también fue campeón con aquel recordado Bravi-Tornado de la Peña R.U.E.D.A.

Hoy, a los 88 años, que cumplió el pasado 26 de noviembre, esa verdadera leyenda de nuestro deporte motor, sigue caminando todos los días por las calles rafaelinas, compartiendo mesas de café o asados, siempre rodeado por el cariño de la gente que lo acompañó a lo largo de su notable trayectoria deportiva o de quienes a esta altura de su vida, aprendieron a encontrar en él a un ejemplo en el que entienden que vale la pena reflejarse.

Víctor Hugo Fux (Editor periodístico y productor de Fierros Calientes).