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Las primeras "500 Millas Argentinas" (I)

31 de enero de 2022 | Compartir en

FOTO ARCHIVO. El tren detenido a un costado del circuito en el que se pueden observar claramente las cunetas anegadas.

La historia automovilística del Club Atlético de Rafaela comenzó a escribirse el 25 de mayo de 1919, cuando organizó su primera competencia en un trazado por caminos rurales y con la victoria de Oberdan Piovano al mando de un Overland.

Piovano, integrante de una familia apasionada por el deporte motor, se constituyó en el primer ganador de una prueba llevada adelante por una institución que sigue escribiendo páginas de gloria hasta nuestros días.

A lo largo de los poco menos de 102 años como responsable de programar eventos de una actividad que distingue a la “Perla del Oeste”, la entidad nacida el 13 de enero de 1907, realizó carreras icónicas, pero sin duda la más relevante, por su continuidad, fue la que tuvo su primera edición en 1926 y la última en el año 1975, aunque ya sin la misma extensión de la mayoría de las versiones precedentes.

La referencia está destinada a las legendarias “500 Millas Argentinas”, una prueba tan exigente que debían completarse más de 804 kilómetros, muchas veces en caminos de tierra. Otras, no tantas, en el pavimento.

Antes de comenzar a desarrollar el tema que está relacionado con el título de la nota, es imprescindible señalar que se disputaron otras carreras que también marcaron a fuego el rico historial “tuerca” de una de las indiscutidas cunas del automovilismo de nuestro país.

El Gran Premio Internacional disputado en pleno centro rafaelino en 1947 y las 300 Indy en 1971, que marcaron la única visita de los americanos a la Argentina, son dos ejemplos contundentes de las conmovedoras gestiones que debieron llevar a cabo los dirigentes del Club para hacer realidad el sueño de los primeros visionarios que siempre tuvieron presentes en sus ilusiones la posibilidad de recibir a hombres y máquinas llegados desde más allá de nuestras fronteras, como ocurrió también, vale la pena recordarlo en esta crónica, con la participación de las Talbot Lago en la tierra de las mismísimas “500 Millas Argentinas” de 1950.

Pero esa demandante carrera tuvo un origen complicado y conflictivo. Algo impensado, pero no tan ilógico por el desafío asumido, luego de hacer disputar su última competencia en un extenso trazado de 41 kilómetros, el 25 de mayo de 1925, que lo vio triunfar a Eduardo Dutruel con un Studebacker.

No resultó sencillo convencer a los más incrédulos, que se resistían a pensar que en un circuito de 38 kilómetros de extensión podría replicarse una carrera que se venía realizando desde 1911 a unos 10.000 kilómetros de esta Pampa Gringa, pero aquel espejo de Indianápolis, se vio reflejado en Rafaela.

La fecha original se había establecido para el 6 de junio de 1926 y ese día, veintinueve pilotos estaban ordenados en la grilla de salida, ante una multitud que se estimó en aquel momento en 40.000 espectadores, muchos de ellos, testigos preferenciales del gran acontecimiento, ocupando las comodidades que ofrecía un tren detenido a un costado del escenario y que había llegado desde Buenos Aires.

La lucha de poderes estalló antes de iniciarse la “justa deportiva”, como la definían los relatores de aquel tiempo. Dos equipos de fiscalización generaron ciertas rispideces. Por un lado, los cronometristas de la entidad organizadora; por el otro, los enviados por el Automóvil Club Argentino. Todos, claramente, intentando hacer valer sus reconocidos antecedentes para controlar el desarrollo del espectáculo, que por si necesitaba una complicación adicional, se debió suspender por la copiosa lluvia que se desató poco después de transcurrir las dos primeras horas de carrera, cuando lideraba Domingo Bucci con el Hudson. (Continuará).

Víctor Hugo Fux (Editor periodístico de Fierros Calientes).