FOTO ARCHIVO. Junto a mi amigo Omar Pelosi en una Cena Coronación de la categoría Midgets Show and Power.
La noticia me encontró esta vez con la guardia alta por estar al tanto de su delicado estado de salud, pero me golpeó con extrema dureza, como suele ocurrir, lamentablemente, cuando parte de este mundo un amigo de la vida.
Ese sentimiento, que no resulta sencillo explicar con palabras, es el que me invade en el momento de la despedida de Omar Pelosi, un dirigente de excepción, que marcó una época en el deporte motor regional.
“Cachete” fue el impulsor de una categoría fantástica, como el Karting del Litoral, que llegó a superar el centenar de participantes en sus espectáculos y que en tiempo no demasiado lejano, convocó a pilotos que luego de su experiencia en esa verdadera “escuela” del automovilismo, tuvieron una notable proyección y en la actualidad están compitiendo en las más importantes divisionales de nuestro país.
Omar defendió a ultranza los intereses y derechos de los pilotos. También de los clubes organizadores de los eventos. Siempre les brindó asesoramiento, pero también un apoyo incondicional, muchas veces desde lo económico.
Apasionado del deporte motor, empezó a competir en el Karting y en el TC4000 Santafesino. Pero después, cuando se involucró en una gestión que desempeñó con una capacidad y eficiencia que todos le reconocieron como sus grandes virtudes, su nombre comenzó a ser respetado como dirigente, no solo en nuestra zona, sino también en varias provincias, que lo convocaron para organizar eventos, como Entre Ríos y San Luis.
Tuve el enorme placer de acompañarlo como responsable de prensa de aquel maravilloso Karting del Litoral y de compartir viajes a Paraná y a San Francisco del Monte de Oro, en tierra puntana, donde creó su primera escuela Domingo Faustino Sarmiento.
Cuando el automovilismo santafesino sufrió una profunda escisión, siguió caminando por la misma vereda, manteniéndose fiel a sus principios y convicciones. Tuvo ofrecimientos concretos para trabajar en la otra entidad fiscalizadora, pero por su lealtad a la FRAD, inquebrantable hasta sus últimos días, ni siquiera lo llevó a considerar esa posibilidad.
Seguramente cometió errores en su función, como todos los que trabajan con dedicación y compromiso. Pero son insignificantes en una etapa de su vida con muchísimos aciertos. Quién puede negarlo? Tuvo sus reconocimientos, pero también recibió demasiado castigo en su piel curtida por tantas batallas, algunas muy injustas.
Omar nos dejó enseñanzas que hoy valoramos como lo hicimos siempre quienes compartimos esta loca pasión de hacer todo lo posible para contribuir desde el lugar que ocupamos, al crecimiento de una actividad deportiva que lo seguirá teniendo como referente. Mi mensaje final para el amigo al que hoy despido, no puede apartarse de los que se expresan en momentos de intenso dolor. Hasta siempre “Cachete”… ya nos vamos a reencontrar en un circuito, como tantas veces lo hicimos.
Víctor Hugo Fux (Editor periodístico de Fierros Calientes)